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Transición energética en el Perú pasa por sostener la masificación del gas sin dejar de lado otros tipos de energía [VIDEO]
En la Cumbre Latinoamericana de Empresarios en Combustibles (CLAEC), realizada en el Valle Sagrado del Cusco, el presidente de la Asociación de Grifos y Estaciones del Perú (AGESP), Enrique Marcelo, expuso ante 13 delegaciones de la región un panorama claro y directo sobre el negocio de combustibles en el Perú. Destacó el rol estratégico del gas natural, el estancado avance de la electromovilidad y el hidrógeno, además del crecimiento del GLP frente al gas natural en el parque automotor.
El gas natural como base de la competitividad energética
Marcelo señaló que, pese a ser el recurso energético más abundante en el país, las políticas públicas no han permitido aprovechar plenamente el potencial del gas natural. Actualmente, el 48% de la electricidad en el Perú proviene de la hidroelectricidad, 40% del gas natural, y el resto de fuentes como eólica y solar, cuya participación aún es reducida.
Destacó que el gas natural no solo impulsa la movilidad y el uso doméstico, sino que ha permitido que sectores clave como la minería -el principal generador de divisas del país- accedan a una energía de bajo costo. “Desde que producimos gas natural, el millón de BTU en boca de pozo cuesta solo 2 dólares, lo que vuelve a la industria peruana altamente competitiva”, subrayó.
En cuanto al sector automotriz, el país cuenta con 349 estaciones de GNV y 526 mil vehículos habilitados, aunque alrededor de 386 mil cargan gas natural diariamente. Aun así, el presidente de AGESP destacó la necesidad de expandir redes y reducir la dependencia del transporte virtual en regiones alejadas como Cusco.
GLP: un crecimiento acelerado, pero con dependencia de importación
El GLP se incorporó al mercado peruano en 2009 con la licuefacción de Camisea, y hoy es un pilar del consumo nacional. Del total demandado, el 80% proviene de Camisea y el 20% debe importarse, lo que presiona la balanza comercial.
Marcelo explicó que el auge del GLP se debe a su menor precio en comparación con las gasolinas y la baja inversión requerida para abrir una estación: alrededor de US$ 120,000. Esto ha llevado a que existan 1,625 estaciones de GLP de un total de 5,228 en el país.
Sin embargo, el Ejecutivo impulsa una política de conversión hacia GNV, subsidiando el 50% del costo de transformación, que bordea los S/ 4,000 por vehículo. Esto busca reducir la dependencia de importaciones y promover el uso de un recurso nacional.
Electromovilidad: un avance mínimo y sin marco para crecer
El presidente de AGESP fue enfático: la movilidad eléctrica en el Perú “no tiene espacio por ahora”. Con solo 1,600 vehículos eléctricos frente a un parque automotor de 3.5 millones, el avance es marginal.
Marcelo explicó que el marco regulatorio impide que las estaciones de servicio puedan revender energía eléctrica, lo que bloquea la instalación de puntos de carga como parte del negocio. Propuso que, para integrar esta tecnología, el Estado debe actualizar la normativa y permitir un modelo económico viable para el sector privado.
Hidrógeno verde: una promesa todavía lejana
Sobre el hidrógeno verde, Marcelo indicó que el tema aparece en foros y seminarios, pero su aplicación real en el Perú aún es lejana. Existen iniciativas aisladas, pero no un ecosistema que permita pensar en estaciones de servicio abasteciendo este combustible en el corto o mediano plazo.
Biocombustibles sin avances
En cuanto a biocombustibles, aseguró que los porcentajes de mezcla no han crecido: el biodiésel y el etanol se mantienen en proporciones bajas, sin incentivos para aumentar su uso. Esto se debe, en parte, a que sus precios son más altos que los combustibles tradicionales, lo que desincentiva su adopción.
Reflexión final: seguridad energética con equilibrio
Marcelo concluyó que la seguridad energética del Perú debe apoyarse en recursos como el gas natural y la hidroelectricidad, sin descartar a los hidrocarburos que, según dijo, “tienen un espacio ganado y largo en el tiempo”. Agregó que la transición energética debe ser ordenada y realista, sin perder de vista la competitividad económica del país.